La ley N° 31900 señala la ruta que conlleva un horizonte lleno prosperidad intelectual
Una de las medidas legislativas que en materia educativa han sido dadas en el presente año, aborda una de las temáticas mas importantes en la vida de las personas, no solo por su importancia pragmática, sino también por su constante demanda a través de todos los tiempos y contextos, de hecho este eje temático es el que da impulso a los actuales criterios para la medición de la calidad de vida, así como el éxito o fracaso de las personas en casi todas las latitudes, son pues las finanzas el medidor universal de nuestro grado de cercanía hacia los mas concretos ámbitos del bienestar general.
Desde hace ya varios años la población venia haciendo demanda del retorno a la currícula nacional las materias educativas relativas al civismo y las buenas costumbres, al emprendedurismo, incluyéndose novedades como la cultura de servicio, la cultura tributaria, así como al manejo de las finanzas personales; estas peticiones tomaron fuerza desde octubre del 2021, periodo en el cual, mediante proyecto de ley N°404-2021 se buscó reincorporar el curso de Economía y otras materias relacionadas, las cuales fueron desactivadas a mediados de la década pasada, se sumaba a esto la crisis vigente producto de la lenta recuperación económica a causa del Covid19, esa coyuntura puso nuevamente en nuestras retinas la importancia de ser competentes en nuestro manejo individual del dinero; ya que, en cuanto al manejo colectivo, el país entero no parecía estar demostrando tal competencia.
El criterio de INCLUSION FINANCIERA es uno de los ámbitos que maneja la OCDE para el alineamiento a sus estándares, existiendo aun algunas barreras que le impiden a nuestro país poseer capacidades cognitivas relativas a conocimientos financieros; la falta de difusión de los productos financieros para todo tipo de bolsillos, la desconfianza, la informalidad, las brechas de conectividad tecnológica, entre otros hacen que los «productos financieros» como tal sean aun desconocidos por la mayoría de peruanos, a mediados del 2015 se reflejó de tal forma dicho nivel de desconocimiento, cuando un grupo de investigadores sociales abordaron a una joven en inmediaciones del centro de Lima, quien ante la pregunta: ¿Puedes decirme que significa para ti la palabra «bono»?, respondió que por nada del mundo se perdería un concierto de la banda británica U2 en Lima.
Cosas de este tipo deben hacernos reflexionar, pero el acto de la reflexión resulta insuficiente cuando se tiene una genuina vocación por la mejora, es cierto que nuestros niños y jóvenes necesitan adquirir algunos conceptos en este ámbito, ciertamente esta nueva ley avizora la difusión de tales conocimientos, mas la educación financiera es – paradójicamente – un tipo de conocimiento altamente infravalorado, cuya implementación supone desafíos de asentamiento cultural y de cambio de hábitos en los docentes asignados a impartirlos, resulta poco convincente imaginar al maestro de escuela dando «tips» de inteligencia financiera cuando el mismo parece llegar «a las justas» a fin de mes; ya que, en su condición de asalariado, parecerá mas preocupado por un eventual recorte en sus pretensiones remunerativas, sumado a un gremio sindical que lo protege de los avatares e indolencias del mercado, es posible que los mejores maestros resulten siendo en realidad los propios jóvenes o niños que descubran con su propia asiduidad e ingenio los secretos financieros mejor guardados en los libros, después de todo hay un sin número de evidencia de padres que aseguran haber aprendido de sus propios hijos conocimiento que añadió valor a sus propias vidas profesionales.
Esperemos que esta iniciativa legislativa, al igual que las leyes del interés compuesto, cobre fuerzas multiplicadoras año tras año, muy a pesar de las preocupaciones de algunos gremios empresariales (de quienes siempre se ha mencionado, les preocupa lidiar con una masa educada), los mercados financieros estarán auto solventados por ese sinnúmero de actores financieramente educados; los cuales, al insertarse a sus filas, ya sea desde ámbitos como la inversión o el manejo de la deuda, nos harán ver que la educación financiera no es solo la materia que le faltaba a la curricula, o el requisito faltante para pertenecer a la OCDE, se trata de algo más profundo, algo que tiene grandes cualidades para sacarnos de esa miseria cognitiva permanente y auto-inflingida, que al parecer seguimos adoleciendo, tal vez suene utópico, creer que – como mencionada Adam Smith – las riqueza de las naciones esta en la educación, pero al menos es una utopía deliciosa, y depende de nosotros el acercarla a la realidad, solo cambiando algunos hábitos de aprendizaje.
Redactado por. Arturo F. Achahui Gutiérrez