¿Qué debo hacer con el dinero inesperado, proveniente de mi fondo de pensiones?

Una interrogante que a simple vista pareciera fácil de responder, la obviedad de su respuesta va en línea con la idea generalizada que indica que debemos separar los recursos de hoy, para cubrir las necesidades del mañana; pero una lógica tan sencilla como esa no esta exenta de la mirada de corte financiero, la cual nos permite observar el presente y el futuro de nuestras decisiones, confrontar ambos momentos y determinar en cual de ellos nos posicionamos mejor, en pro obtener una ventaja económica mucho más prometedora.

Muchos no lo saben, pero las AFP son una especie de “apoderado legal de nuestras inversiones”, algo así como un bróker financiero que no necesita de las instrucciones del inversionista (ósea del trabajador), si, leíste bien, por medio de las AFP el trabajador también se convierte en inversionista. Este singular “asesor financiero” efectúa – a criterio propio y con el mas alto nivel de ensimismamiento – inversiones en los mercados locales y mundiales; una AFP puede comprar bonos estadounidenses, futuros asiáticos, commodities europeos o acciones de alguna minera local, todo bajo la no tan atenta mirada de la SBS, que hace las veces de “policía de tránsito”, respecto del flujo de movimiento de tales inversiones.

Si revisamos en el portal de CONASEV los Estados Financieros de cualquiera de las AFP locales, podremos observar que una gran cantidad de sus ingresos están concentrados principalmente en las comisiones que cobran a sus clientes, perdón: que cobran a sus afiliados; comisiones que en los últimos 15 años han mantenido sus niveles reales, ello en claro antagonismo con las ganancias obtenidas producto de las inversiones hechas en nombre de los afiliados; podríamos decir que el negocio de las AFP´s es: “decidir con plata ajena, inversiones a costo cero”.

De lo anterior podemos arribar a un primer razonamiento: ¿Podemos nosotros lograr mayores réditos que el mercado financiero? ¿Podemos decirle a nuestra AFP: Hasta aquí nomas, gracias, yo me encargo de mi futuro?, la respuesta a ambas interrogantes lamentablemente será positiva solo para algunos de los afiliados, y esta fuertemente hermanada con los niveles de educación financiera recibidos a lo largo de nuestra existencia; por ello hago eco del estudio de Richard Thaler (Premio Nobel de Economía en 2017) quien mediante su “Teoría de la trampa de la contabilidad mental” nos enseña que: “Si recibimos un ingreso imprevisto, nuestra “mental accounting” nos convencerá que ese dinero tiene un menor valor y que – por lo tanto – podemos gastarlo”. Sin duda Thaler experimentaría una alegría desbordante al observar como su teoría se valida, si observase a un trabajador peruano promedio, consumiendo su inesperado fondo de pensiones.

Tal vez el problema del retiro de fondos aprobado por el congreso no se encuentre en el retiro en sí mismo, ni tampoco si tal iniciativa fue política o técnica, o en la cuantía determinada, o si es “la última de Dina”; poner dinero instantáneo en manos de una sociedad sin educación financiera equivale a darle 200 soles a un niño cumpleañero, en los alrededores de una juguetería. La naturaleza de esta medida es muy relativa, y esa relatividad esta supeditada a la existencia o no de educación financiera por parte de los beneficiarios, el congreso lo sabe, el ejecutivo lo sabe, las AFP lo saben, los bancos lo saben, al parecer los únicos que lo ignoran son los peruanos ajenos a la realidad financiera, la lógica de esta “reactivación económica”, parece la lógica de una persona desahuciada que desea un poco de morfina.

Ya en las calles se oye ese socapado eco consumista: “la Copa América esta cerca y mi plasma tiene ya 10 años; mi hija cumple 15, sino me pide viaje querrá fiesta; mi “cañita” es del 2020, necesito uno del 2024; el Iphone 16 tiene mejor cámara”, pero a pesar de estos ecos todavía tenemos oportunidad, la oportunidad de decidir si le seguimos llamando “plata” al dinero inesperado o si lo rebautizamos y le empezamos a llamar “capital”, tal vez serviría si imaginamos que ese dinero en tránsito es una especie de préstamo de nuestro yo del futuro y que tenemos que honrar esa deuda con capital e intereses, ello invirtiéndolo con la mayor sabiduría posible; de no ser así, es preferible acogerse a la facultad que nos brinda la ley, y decir: “no lo necesito por ahora, gracias”      

Este proceso de retiro de fondos no es asunto ligero, se le esta brindando a 9 millones de peruanos la posibilidad de acceder a sus recursos del mañana y traerlos al tiempo presente, eso de “ahorrar pan para mayo” al parecer se ha convertido en: “el pan de mayo ya está aquí”, y debemos valernos de él para generar mas pan, ello manejando sabiamente esos inesperados recursos. La responsabilidad por el sustento económico futuro – salvo en casos justificados – no es una cuestión de estado, la misma libertad que nos faculta de acceder a nuestros fondos hoy tiene el mismo peso cualitativo respecto de hacernos cargo de nosotros mañana, cuando las canas empiecen a pintar su estela blanca.