En el compás de la historia financiera del Perú, el cierre de los mercados para este 2023 asemeja a una partitura que ha resonado a lo largo de los años. Este fenómeno, aunque puede parecer como un silencio momentáneo, tiene sus raíces profundas en la armonía económica del país. Analizando la partitura económica, encontramos que estos cierres son como pausas estratégicas que afinan la sinfonía financiera.
Regresemos a la década de los 80, donde el país enfrentó una crisis económica notable. Como una nota discordante, los mercados se cerraron temporalmente en un esfuerzo por reajustar su «afinador» económica. Esta decisión, aunque inicialmente fue desconcertante, puede compararse con una modulación en la música, cambiando la tonalidad para encontrar una melodía más equilibrada.
Más adelante, en los años 90, Perú experimentó un resurgimiento económico, y los mercados se abrieron para tocar una nueva composición de crecimiento. Esta era como un crescendo, aumentando gradualmente la intensidad económica, mientras el país se embarcaba en un movimiento de desarrollo.
Las analogías entre la música y la economía no se detienen ahí. Así como una buena melodía requiere ritmo y armonía, la estabilidad económica también depende de la sincronización entre diversos factores. El cierre de los mercados se convierte en una breve pausa, una fermata, permitiendo que los instrumentos económicos se afinen para la próxima fase.
Curiosamente, la relación entre los mercados financieros y la música no es solo metafórica. Estudios han demostrado que la actividad económica puede influir en la producción musical. En períodos de bonanza económica, se observa un aumento en la creación de música optimista y enérgica, mientras que en tiempos de recesión, las composiciones tienden a reflejar un tono más melancólico.
Todo esto nos hace concluir que el cierre de los mercados financieros para este 2023 es una composición dentro de la sinfonía económica mucho mas larga, que data de hace muchísimo tiempo. A través de las décadas, hemos visto cómo esta pausa estratégica ha contribuido al reajuste de la economía peruana, creando una melodía resiliente que, pese a todo, ha resistido el paso del tiempo.